
Cuando hablamos de
aromaticidad debemos hacerlo de la trufa
negra (tuber melanosporum), un
hongo de superficie verrugosa que crece de forma natural en las raíces de
encinas, robles y avellanos entre otros. Como ocurre con otros tesoros enterrados, su recolección es todo un
arte ya que pocos alimentos se extraen de la madre con tanto cuidado y esmero, pocos
son los que podemos alcanzar sencillamente siguiendo el rastro de su aroma.