De mayor incidencia en
mujeres, este tipo de afección puede aparecer de manera puntual como resultado
de una fractura, uso de anticonceptivos, durante el embarazo, o como efecto
indeseado de otras patologías (diabetes mellitus, hipotiroidismo).
Su forma crónica resulta sin duda la más común, afectando a operarios
de múltiples sectores laborales aquejados de artritis inflamatoria como
resultado de la realización de tareas manuales repetitivas.
Dormir con las manos cerradas
o contraídas y rígidas puede hacernos literalmente saltar de la cama con una
molesta sensación de entumecimiento y hormigueo en los dedos, acompañada de
dolor deslocalizado y ramificado por el antebrazo, pérdida de sensibilidad, e
inflamación y sensación de calor.